Consejos infalibles para hacer que tu hijo disfrute de la comida
Primer paso: Entender el comportamiento del niño durante la comidaEl primer paso para ayudar a un niño con dificultades a la hora de comer es entender el porqué de su comportamiento. Aquí veremos las causas más frecuentes por las que un niño rechaza su comida y os daré varios tips para solucionarlas. ¡Vamos allá!
Descartar enfermedades
La primera causa que debemos descartar en todos los casos es que no haya una enfermedad. Podemos encontrarnos ante dos casos: enfermedades pasajeras como un catarro o una gastroenteritis, donde es normal que disminuya el apetito, ya que el cuerpo está invirtiendo todas sus energías en resolver la infección. Nunca debemos forzar a un niño a comer, especialmente en esta situación. Intentaremos que se mantengan bien hidratados, pero no debemos preocuparnos si comen cantidades muy pequeñas o casi nada, ya que una vez superada la infección, recuperarán el apetito perdido.
Enfermedades más graves
En caso de que haya una enfermedad más grave, será necesario realizar pruebas diagnósticas y tratamientos específicos. La lista de enfermedades que pueden hacer que un niño no quiera comer es larga: anemia, celiaquía, problemas de tiroides, entre otras. El pediatra podrá ayudaros a identificar si este puede ser el caso y os indicará las pruebas diagnósticas que sean necesarias.
Una duda frecuente en las familias es cuándo preocuparse por un niño que no quiere comer. Un dato que nos ayuda mucho es el peso del niño. En general, cuando hay una enfermedad importante, su crecimiento se ve afectado y su curva de crecimiento se estanca o incluso baja.
Causas psicológicas
La segunda causa de que un niño coma poco son los factores psicológicos. Cualquier cambio en su entorno puede afectar a su apetito. Situaciones como empezar la escuela infantil, que la madre empiece a trabajar, la llegada de un nuevo hermanito o la separación de los padres pueden ser muy estresantes para ellos. Aunque no lo exterioricen, este estrés puede manifestarse en dificultades para alimentarse. Las preocupaciones de un niño son diferentes a las de los adultos, pero pueden afectarles de la misma manera. Si teníamos un niño que comía bien y de repente deja de hacerlo, es importante investigar un poco los factores que puedan estarle afectando a nivel emocional.
La neofobia alimentaria
En tercer lugar está la neofobia alimentaria, que es el temor o rechazo a los nuevos alimentos. Aunque tenga este nombre tan técnico, no es ninguna enfermedad, es una situación muy frecuente en niños de 2 a 3 años. ¿Por qué ocurre? Pues es parte de nuestra evolución como especie. En el momento en el que el niño se empieza a mover por sí solo y se va volviendo más independiente, va a ser más fácil que se lleve alimentos a la boca que puedan ser tóxicos. La naturaleza, que es sabia, dotó a los niños de esa edad de una desconfianza hacia todos aquellos alimentos que pueden parecerles no seguros, y las cosas verdes como las verduras están al principio de esta lista. Y como además están en plena época de afirmación del yo, les encantará imponer su criterio con pataletas y gritos. ¿Qué podemos hacer ante esta neofobia? Pues seguir ofreciendo estos alimentos en cantidades pequeñas, con amor y sin obligar, pero que estén ahí. De esta forma, se van a ir familiarizando con ellos y les van a ir generando confianza.
Las diferencias en el procesamiento sensorial
En cuarto lugar, algo que es fundamental para entender a todos aquellos niños que llevan la etiqueta de "mal comedor" o "pickeater", son las diferencias en el procesamiento sensorial. ¿Qué significa esto tan rimbombante? Pues el concepto es muy sencillo: que no todos recibimos la información de nuestros sentidos de la misma manera. En niños a los que les cuesta comer, es común que perciban los olores, texturas, sabores y aspecto de la comida de una forma desproporcionadamente desagradable. ¿Qué se puede hacer ante esto? Pues podemos cambiar las características sensoriales del alimento, preparándolo de distintas formas. Por ejemplo, pensar en una manzana cruda será crujiente, pero si la hacemos al horno será más blandito, si hacemos una compota, otra textura. El sabor también cambia según la forma de preparación. Incluso podemos elegir manzanas de distintos colores, porque a lo mejor vuestro peque se siente más atraído por el rojo que por el verde. Ida averiguando qué cualidades sensoriales le gustan más a vuestro peque para adaptar las preparaciones a lo que más le gusta. Este punto del procesamiento sensorial es especialmente importante de entender en niños autistas, que tienden a ser muy selectivos con la comida. Por esta razón, si os interesa aprender más sobre el autismo, tenéis mucha información en este vídeo de aquí.
Eliminar la presión
Y este es en el que quiero hacer más hincapié: hay que eliminar la presión en todas sus formas. Y creedme que hay muchas formas de presión al intentar hacer comer a un niño selectivo. Veamos las más comunes. Primero, la presión sobre vosotros mismos. Se lo desesperante...
¿Qué hacer cuando tu hijo rechaza la comida?
Es normal que veas a otros niños disfrutando de la comida y te preguntes qué estás haciendo mal para que el tuyo no lo haga. Pero debes saber que el hecho de que un niño tenga problemas para comer no depende al 100% de lo que hagas. Hay factores que dependen de cada niño y de cómo percibe la información que le llega a través de los sentidos.
Un consejo importante: sé amable contigo mismo y acepta que habrá momentos en los que tu hijo no quiera comer. No te culpes, tener a un niño malcomedor no te convierte en un mal padre.
La presión sobre el niño
La presión sobre el niño es la peor compañera que puede tener en la mesa. Un niño que se siente presionado para comer se va a sentir ansioso. Esta ansiedad puede cerrarle el apetito y además lo pondrá en modo alerta, fijándose en cada pequeño detalle que le haga desconfiar de la comida.
Imagina esto: estoy intentando venderte estos libros y no paro de hablar de lo maravillosos que son y de cómo te ayudarán. Ante tu negativa, empiezo a ponerme nervioso, insisto e incluso llego a amenazarte. ¿Crees que con esta actitud vas a querer comprar los libros o vas a desconfiar de que sean tan buenos? La presión no funciona en ningún aspecto de la vida, mucho menos en la comida.Tipos de presión
Existen dos tipos de presión que se pueden ejercer sobre los niños a la hora de comer. La presión por las malas, que incluye chantajes, obligaciones y castigos. Frases como "de aquí no te levantas hasta que no te acabes todo el plato" o "si no te comes la verdura, no vamos al parque esta tarde". Estas estrategias no han conseguido que nadie desarrolle una relación sana con la comida, el objetivo que deberíamos tener.
Luego está la presión por las buenas, que se hace sin intentar coaccionar al niño, pero que él percibirá como tal. Algunos ejemplos serían: "al menos pruébalo", "solo tres cucharadas más". Estas frases, aunque más suaves, siguen siendo formas de obligar a comer.
Recuerda, nunca hay que obligar a un niño a comer. Una alternativa para reducir la presión podría ser decir: "sé que esto es difícil para ti, pero ¿crees que puedes intentar...?"
La importancia de probar nuevos alimentos
Si ponemos el énfasis en intentarlo y no en probarlo, el niño se va a sentir menos presionado. Porque si lo intenta pero no consigue probarlo, no está fracasando. Porque ha hecho el esfuerzo de intentar.
Otro ejemplo de presión no mal intencionada es decir "come la naranja, que lleva muchas vitaminas". Los niños deben conocer las propiedades de los alimentos, pero es mejor informarles en un entorno neutro, no en la mesa mientras intentamos que los coman. Pueden percibir que les estamos intentando vender la moto y ponerse a la defensiva.
El sexto motivo por el que puede que tu hijo no coma es que simplemente no tenga hambre.
En las consultas de pediatría es frecuente ver a niños que según su familia no comen nada de nada, pero que cuando miramos sus gráficas de crecimiento vemos que van ganando bien de peso. Esto puede pasar por expectativas incorrectas de la familia en cuanto a la cantidad de comida que debería consumir el niño. También puede ser porque aunque no toquen lo que se les pone en el plato, al ratito se les compensa con otros alimentos para que al menos coman algo, como galletas o incluso un menú alternativo. Es importante evitar estas comidas de rescate.
Próximo video
En el próximo video hablaremos específicamente de las estrategias que funcionan y las que no a la hora de intentar que un niño coma. Si por el momento se aparece otro video, suscribiros a mi canal y activar las notificaciones para que YouTube os avise cuando esté listo.
Espero haberos ayudado a entender un poquito mejor a vuestros peques y que podáis empezar a mejorar su alimentación. ¡Nos vemos pronto!
Un besito